En el contexto del Día Mundial de la Danza, es oportuno destacar el rol transformador que el baile y el movimiento pueden tener en los más pequeños. Lejos de ser solo una expresión artística, la danza promueve múltiples beneficios en el crecimiento físico, cognitivo, emocional y social de niños y niñas.

Desde edades tempranas, los bebés ya muestran interés por los estímulos musicales: se mueven al compás, extienden los brazos hacia instrumentos sonoros o manifiestan incomodidad cuando cesa la música. Esa sensibilidad inicial prepara el terreno para que, más adelante, puedan sincronizar el oído con el cuerpo y explorar ritmos, sonidos y movimientos.

En el ámbito educativo —especialmente en jardines infantiles y salas cunas— se utilizan ejercicios de expresión corporal, rondas y danzas ada

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