Cuando en 2009 Barack Obama asumió la presidencia de los Estados Unidos, emitió una directiva en la que aseveró que su gobierno sería abierto, participativo y colaborativo. Estos valores, reunidos bajo el rótulo de Open Government (gobierno abierto), pronto se convertirían en los pilares de una filosofía y un movimiento que acabó por difundirse en todo el mundo.

Probablemente, Obama nunca imaginó la repercusión que tendría su declaración. Pero, desde entonces, el gobierno abierto se convirtió en una suerte de credo de la gestión pública que dio origen a interminables discusiones académicas acerca de su naturaleza y alcances, y generó múltiples iniciativas y compromisos que, en su nombre, promueven gobiernos de toda clase en los cinco continentes.

Ha transcurrido una década y media desde

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