El Chato Matta llegó al restaurante por una rica ocopa arequipeña y un adobo de chanchito con papita amarilla y rocoto molido. Para calmar la sed pidió una limonada con hierba Luisa. “María, el viernes regresé temprano a mi casa para ver el Perú-Chile y el gran Pancholón me estaba reventando el celular.

‘Chatito, tú eres mi hermano, la noche es joven, vamos a hacerla, somos los que somos, estoy con dos ‘muñequitas’, dos venezolanas hermosas. Abre que voy, la vida es una sola’ , decía eufórico el abogado mujeriego.

A lo lejos escuché la bulla de la salsa y una de ellas gritaba: ‘Pancholón, te amoooooo…’. Llegué a casa, me di un baño, pero estaba en otra. Mi mente volaba. Estar solo tiene sus ventajas, pero a veces la nostalgia me invade. Mi cama la siento fría. Tú sabes que estoy separ

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