Hace unos días, cerca de La Nave de Oseberg de la calle Ayacucho, uno de los estudios preferidos del mal llamado género urbano, se escuchaba el diálogo de un influencer a jovencísimos y tatuados músicos. “Yo produzco primero contenidos, streaming y redes, además de música”, fue la frase suelta que podría emerger con todo crudo realismo capitalista en El ritmo no perdona (Caja Negra). Travesía sentimental del trap, el hip hop y el RKT del nuevo milenio, de Camila Caamaño y Amadeo Gandolfo, que constituye uno de los primeros análisis extensos de la ola que sacude la escena mundial. “Mi vida en la music, lo más real que vi”, del Duki en “No vendo trap”, y en la mesa de saldos este libro de la realidad pospandemia, poshumana y rota.

A lo que es y no es el trap, y sus distintos derivados en el

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