
Cuando se trata del mundo de la arqueología , las sorpresas nunca dejan de aparecer. A veces, los hallazgos no están enterrados bajo tierra, sino suspendidos en lo alto. Y eso es justo lo que ocurre en este caso, donde se han recuperado restos históricos gracias a un ave que los fue dejando en su nido durante siglos.
Según el estudio The Bearded Vulture as an accumulator of historical remains: Insights for future ecological and biocultural studies , publicado en la revista Ecology, un grupo de investigadores españoles ha descubierto que los nidos de quebrantahuesos conservan objetos humanos con siglos de antigüedad. Estos son tesoros etnográficos colgados de los acantilados.
Hallan objetos humanos antiguos en los nidos de un ave carroñera
El quebrantahuesos ( Gypaetus barbatus ) es un buitre de dieta osteófaga que suele anidar en cuevas o cortados rocosos protegidos. Su costumbre de reutilizar estos espacios durante generaciones ha convertido sus nidos en auténticas cápsulas del tiempo.
A día de hoy, sólo existen 309 parejas reproductoras en Europa , y más del 45 % se concentran en los Pirineos. Sin embargo, hace apenas un siglo, esta especie ocupaba casi toda la montaña ibérica.
Durante seis años (entre 2008 y 2014), investigadores del IREC (CSIC, UCLM, JCCM), en colaboración con las universidades de Cantabria y Granada, examinaron más de 50 nidos históricos en el sur de España, donde la especie desapareció hace entre 70 y 130 años. En 12 de esos nidos se aplicaron técnicas arqueológicas: excavación por capas y análisis por carbono-14.
El resultado ha sido clave. Según la investigación, los nidos albergan más que huesos de ungulados o restos de cáscaras de huevo. Los investigadores documentaron un total de 2.483 restos, de los cuales un 9,1 % eran de origen humano. Se hallaron 226 objetos antropogénicos, entre ellos piezas de cuero, fibras vegetales, fragmentos textiles e incluso armas.
¿Qué restos aparecieron en los nidos de esta ave?
Entre los materiales recuperados hay fragmentos de cestería, restos de esparto, trozos de tela, y hasta una sandalia entera datada en el siglo XIII. Por otro lado, el estudio también apunta que se ha encontrado un proyectil de ballesta en uno de los nidos . No está claro si el ave lo recogió como material de nido o si provenía de una presa.
Asimismo, se identificó un trozo de cuero de oveja con líneas pintadas en rojo, fechado en el siglo XIV. La comparación entre nidos cercanos ha permitido comprobar que algunos fueron reutilizados durante más de 500 años, convirtiéndolos en auténticos «archivos bioculturales».
El valor de estos hallazgos va más allá de la arqueología. Según destaca el informe, los restos permiten reconstruir tanto la evolución de los ecosistemas mediterráneos como las relaciones entre humanos y fauna silvestre.
Las cáscaras de huevo, por ejemplo, ofrecen una oportunidad para estudios toxicológicos sobre la presencia de contaminantes, fundamentales para entender la extinción local del quebrantahuesos.
Por otro lado, el estudio también resalta que muchos de los objetos antropogénicos hallados guardan similitudes con artefactos recuperados en yacimientos neolíticos cercanos, lo que revela una continuidad en el uso de fibras vegetales en el sur peninsular desde hace más de 12.000 años.
El informe no sólo señala el interés científico del quebrantahuesos como acumulador de restos: también abre nuevas líneas de estudio en disciplinas como la etnobiología, la arqueología o la conservación. Cada nido puede funcionar como un «museo natural» colgado en las rocas, donde se cruzan la biología, la historia y la cultura.