Madrid. 7ª de la feria de Otoño. Fuera de abono. No hay billetes. 23.000 almas. Soleado, templado. Dos horas y media de función.

Seis toros de Garcigrande.

Morante, silencio y dos orejas. Fernando Robleño, silencio y una oreja. Sergio Rodríguez, que confirmó la alternativa, aplausos tras aviso y palmas.

Iván García prendió al quinto dos pares extraordinarios.

AL CABO DE UNA vuelta al ruedo apoteósica -le había cortado las orejas al cuarto toro de la corrida de Garcigrande- Morante se apartó de su cuadrilla y se encaminó a solas y a paso lento hasta el mismo platillo. Ahí y entonces, se echó las dos manos a la nuca y con la misma despaciosidad con que había toreado se fue desprendiendo el añadido postizo que remeda la primitiva coleta distintiva de su oficio. Se acababa de cortar la col

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