Hace diez años, el femicidio de Julieta Mena marcó un antes y un después en la vida de su familia. Para su madre, Marcela Morera , el dolor no fue parálisis, sino punto de partida. En medio de la tragedia, decidió “aprender de derecho, de género y de violencia machista”. Se vinculó con otras madres de víctimas, con refugios y organizaciones locales y regionales, y participó en actividades de visibilización . Convertirse en activista no fue una decisión planificada desde antes, sino una necesidad urgente: “ Tenía que encontrar un motivo para seguir viviendo” , reconoce.

Marcela es una de las fundadoras de la organización “Atravesados por el Femicidio” , que reúne a familiares de víctimas para acompañarse, reclamar políticas públicas, justicia, y para que sus hijas, y otras víctim

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