El mensaje marca un cambio significativo respecto a años anteriores, cuando Trump impulsó una guerra comercial y tecnológica con fuertes sanciones al país asiático.
"Queremos que China tenga éxito, siempre y cuando juegue limpio y respete las reglas. No estamos aquí para destuir su economía", dijo Trump, quien busca proyectar una imagen más diplomática ante el electorado y frente a la comunidad internacional.
Aunque el tono conciliador contrasta con su discurso de campaña de 2020, Trump señaló que una relación estable con Xi Jinping "beneficia al mundo entero".
Analistas interpretan sus palabras como un intento por bajar la tensión en uno de los temás más sensibles de la política exterior estadounidense: la competencia con Pekin por el liderazgo global.