**La tragedia en Pamplona Alta: un llamado urgente a la acción**

La reciente visita del presidente José Jerí al campamento de familias afectadas por el devastador incendio en Pamplona Alta, San Juan de Miraflores, fue marcada por un conmovedor pedido de seguridad de un niño. Este incendio, que arrasó cerca de 100 viviendas, dejó a cientos de personas expuestas a la intemperie, evidenciando la vulnerabilidad de quienes habitan en zonas marginales y la necesidad urgente de una respuesta estatal integral.

Durante su recorrido nocturno por las carpas improvisadas, donde se distribuyen víveres, colchones y ropa, el presidente se encontró con varios niños. Entre ellos, Thiago, de siete años, y otro pequeño que, con voz inocente, pidió: “Por favor, que no muera nadie más, ni una persona ni personas malas que tengan pistola y maten a personas”. Este comentario resonó profundamente, reflejando el temor cotidiano que enfrentan las familias de Pamplona Alta, quienes no solo lidian con la precariedad tras el incendio, sino también con la amenaza constante de la inseguridad y la violencia.

Los damnificados aprovecharon la ocasión para expresar sus reclamos y expectativas al presidente. Una representante de la familia González Rodríguez se dirigió a Jerí con un mensaje claro: “Señor presidente, no nos defraude”. Las muestras de gratitud y aplausos hacia el mandatario evidenciaron la esperanza de la comunidad en recibir ayuda y protección tras el desastre.

El presidente, acompañado por la congresista Ana Zegarra, se comprometió a continuar con la asistencia y a regresar tantas veces como sea necesario para atender a las familias afectadas. “Vamos a seguir viniendo”, aseguró Jerí a quienes han perdido sus hogares y dependen completamente de la ayuda solidaria y estatal.

El incendio en Pamplona Alta ha puesto de manifiesto la fragilidad de la vida en los márgenes urbanos del país, así como los riesgos asociados a la informalidad y las limitaciones en la prevención y respuesta a emergencias. La pérdida de cerca de un centenar de casas ha generado llanto, desolación y una profunda incertidumbre en la población, que ve cómo el esfuerzo de años se convierte en cenizas en cuestión de minutos.

Este trágico evento ha reavivado el debate sobre las políticas públicas necesarias para proteger a las zonas más vulnerables y la urgente necesidad de fortalecer la seguridad ciudadana. Las autoridades, ante la magnitud del desastre y las demandas de quienes lo han perdido todo, enfrentan el reto de no solo asistir en la emergencia, sino también de crear condiciones que eviten nuevas tragedias en el futuro.