El botón de descarga del inodoro no anda. No importa porque María, la dueña y única habitante estable de esta casita en el fondo de un terreno en La Reja, Moreno , no va al baño de su casa hace siete años. No puede. Una enfermedad autoinmune la tiene postrada en su cama, así que los ocho o diez pasos que separan su cama del inodoro son un abismo infranqueable.

María del Carmen Ludueña , que tiene 63 años y que aprendió a trabajar a los 14 ó 15 en el frigorífico en el que trabajaba su papá, no puede cambiar los canales del televisor que le hace compañía hasta que logra dormirse. No puede tomar agua sin que alguien le acerque el vaso y una pajita, ni sentir la boca limpia si nadie le pasa una servilleta por las comisuras.

No puede comer si nadie le corta tan chiquito como se les corta

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