Pocas cosas generan tanta confusión emocional como tratar de descifrar si alguien realmente siente algo por ti o simplemente tiene buena educación. En una época donde la amabilidad se disfraza de coqueteo y el ghosting de madurez emocional, distinguir entre interés genuino y cortesía se ha vuelto casi una ciencia oculta.

La diferencia entre gustar y agradar está en la intención. La amabilidad busca comodidad; el interés busca conexión. Quien es amable contigo quiere que la interacción fluya sin incomodidades. Quien siente algo más quiere que la interacción no termine. Ahí está el matiz: el amable te sonríe, el interesado busca excusas para seguir hablando. El amable responde tus mensajes; el interesado los inicia.

También está el lenguaje corporal, ese idioma silencioso que traiciona a c

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