En una tarde marcada por la emoción y el simbolismo, Morante de la Puebla , uno de los toreros más influyentes y carismáticos de las últimas décadas, ha anunciado de manera inesperada su retirada de los ruedos tras cortar dos orejas en la plaza de Las Ventas , en plena Feria de Otoño . Con el traje de luces aún manchado de arena y sangre, y el alma llena de emoción, José Antonio Morante Camacho decidió cortar su coleta en el centro del anillo madrileño, ante un público completamente entregado.

La plaza, colmada hasta la bandera , fue testigo de un acto que quedará grabado en los anales del toreo. Morante, vestido de malva y oro, había ofrecido una faena vibrante y sentida frente a un toro de Garcigrande que lo prendió de forma aparatosa al inicio de la lidia. A pesar de la cogida , el maestro sevillano se levantó con entereza, volvió a la cara del toro y completó una faena de gran profundidad, culminada con una estocada perfecta. Las dos orejas concedidas por el presidente fueron solo un reflejo del clamor popular que inundó los tendidos.

El gesto más inesperado vino después. Cuando Morante paseaba su vuelta al ruedo, visiblemente emocionado, se detuvo en los medios, se quitó la montera y, con una serenidad casi solemne, se cortó la coleta . El gesto, simbólico y definitivo, fue recibido con una ovación ensordecedora. Era su adiós. El de un genio. El de una leyenda.

Morante deja una huella imborrable en la historia de la tauromaquia. Su estilo barroco, su capacidad para reinterpretar los cánones clásicos y su profundo compromiso con la estética lo convirtieron en un referente del arte del toreo. A lo largo de su carrera, ha protagonizado tardes memorables en plazas de todo el mundo, pero ha sido en Madrid, la catedral del toreo , donde ha querido poner el punto final.

El festejo también estuvo cargado de otras emociones. El veterano Fernando Robleño , tras 25 años de carrera, también se despidió de los ruedos en esta misma corrida. Cortó una oreja y fue sacado a hombros por la puerta de cuadrillas. Sergio Rodríguez , joven promesa y ganador de la Copa Chenel, confirmó la alternativa y dejó destellos de buen gusto en su actuación, aunque no logró trofeos.

La tarde tuvo momentos de tensión, belleza, arte y verdad. El primero de los toros permitió a Morante mostrar su elegante capote y su temple único. El segundo, más complicado, le exigió entrega y valor. La voltereta que sufrió puso un nudo en la garganta de los presentes , pero su vuelta con la muleta fue una lección de pundonor y arte. Cada muletazo fue un suspiro. Cada pase, una despedida anticipada.

El mundo del toreo llora y aplaude a partes iguales. Las reacciones no se han hecho esperar. Compañeros, críticos, aficionados y hasta figuras de la política han expresado su respeto por el gesto de Morante. Muchos coinciden: “Se va un torero irrepetible. Se apaga una luz que iluminó una época”.

Morante se marchó por la puerta grande de Las Ventas, con el rostro sereno y los ojos humedecidos . Mientras caminaba hacia la calle de Alcalá, los aficionados le arrancaban retazos de su vestido de torear, como reliquias de una era que termina. El toreo queda huérfano de uno de sus grandes genios . Pero su arte, su entrega y su forma de entender la lidia seguirán vivos en la memoria colectiva.