“Cada niño es un artista”, solía decir Picasso . “El problema es cómo seguir siendo artista una vez se crece”. La pintura se ha maravillado con aquella escena universal donde los niños permanecen ensimismados en el juego. Un mundo construido con imaginación, a partir de unos juguetes, pelotas o cualquier elemento similar.

Lo sabemos todos: el juego cumple un papel central en la infancia, impulsando el desarrollo emocional, cognitivo y social de los niños. Interactuar con objetos físicos, compartir roles, desafiar los límites que impone la realidad contribuye a construir herramientas para comprender el mundo y establecer vínculos.

A pesar de la expansión de los videojuegos y del acceso a entornos digitales, los juguetes tradicionales mantienen un lugar irremplazable en la formación de l

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