Cuando el presidente Donald Trump regrese a casa desde Medio Oriente este lunes, la región que se desvanece tras sus ventanas será sin duda otra: los rehenes que estuvieron secuestrados en Gaza durante los últimos dos años son libres, y las bombas que arrasaron el territorio han dejado de caer.

Pero ni siquiera las ceremonias de despedida que se le habían organizado en Israel y Egipto pudieron ocultar la gran incertidumbre que aún persiste, incluyendo la pregunta fundamental de si la guerra entre Israel y Hamas ha terminado.

Trump insiste en que sí, y en un largo y sinuoso discurso ante el Knesset israelí elogió a su homólogo, el primer ministro Benjamin Netanyahu, por tener el coraje de reconocer que era el momento adecuado para poner fin a su operación militar de dos años tras el mortí

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