La presencia de Pedro Sánchez en la firma del acuerdo de paz para Gaza, invitado por Egipto, ha levantado un poco el ánimo del Gobierno y ha evitado el ridículo completo de Albares, empeñado en hacer ver un papel fundamental de España en la consecución de esta paz. Lo que todo el mundo ha visto es que el Gobierno ha estado en el lugar equivocado de la mesa, también en la mesa de la firma. Ha aparecido más cerca de Hamás, el gran derrotado, que de Estados Unidos, Israel y el mundo democrático occidental. Mientras se negociaba la paz en silencio, durante largo tiempo, Sánchez andaba con la flotilla y jaleando las revueltas antiisraelíes en la calle. No es extraño que el principal impulsor de este acuerdo histórico, Donald Trump, denostado por el sanchismo, manifieste poco aprecio por el diri
En el lado equivocado de la mesa

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