A pocos días de una nueva elección presidencial, el país vuelve a mirarse al espejo, pero rara vez mira hacia sus bordes. En el debate nacional se habla de crecimiento, seguridad o descentralización, pero casi nunca se explica qué significan esas palabras en un territorio como Aysén. Desde acá, donde la distancia no es sólo geográfica, las promesas suenan cada vez más lejanas.
Aysén tiene 97 años y todavía espera que la tomen en serio. Lo que debería ser una conversación sobre desarrollo real se reduce, cada cuatro años, a visitas fugaces, promesas recicladas y fotos en paisajes que los candidatos sólo conocen de paso. Pero la vida en esta región no se sostiene con discursos, se sostiene con empleo, con servicios públicos que funcionen y con oportunidades que no obliguen a irse.
El desar