I. Diagnóstico: el cuerpo enfermo del Estado

El Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM) se ha convertido en la metáfora exacta del Estado: abultado, cansado y obligado a financiar su propio deterioro. Lo que fue diseñado como un modelo solidario de previsión y salud para los servidores públicos terminó convertido en un sistema de reparto sin reparto, un esquema actuarial que paga el pasado hipotecando el futuro.

Los números son inapelables: la reserva actuarial prácticamente se agotó, el gasto médico supera el 80 % de las cuotas, los municipios deben más de cuatro mil millones de pesos, y las transferencias extraordinarias desde la Secretaría de Finanzas apenas sostienen la respiración del organismo. Cada mes, el ISSEMyM vende activos para pagar pasivos;

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