Los venezolanos cerramos la semana anterior con la inmensa alegría de conocer el veredicto de la Academia Sueca: una compatriota —nada más y nada menos que María Corina Machado— había sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025. Una nación cargada de tanto dolor por la ignominia de la cruel dictadura madurista sintió en el alma una gran emoción, una especial identidad y una renovada esperanza.

La emoción de saber que la líder de la sociedad democrática, quien condujo a la nación a la gran victoria popular del 28 de julio de 2024, jornada en la cual nos involucramos millones de ciudadanos era reconocida con tan elevada distinción, significaba que el esfuerzo y sacrificio de cada participante estaban siendo reconocidos.

Significaba, además, un reconocimiento a la mujer venezolana,

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