El equipo de creadores describe su intervención, desmontable y reutilizable, como una plaza mediterránea presidida por el sol
La Exposición Universal de Osaka, que durante seis meses ha hecho convivir pabellones de 160 países, cerró este domingo. Las arquitecturas temporales que la formaban habían sido ideadas como manda la tradición: para mostrar los ingenios, productos y cultura de los países invitados. También, como indicaba lema del acontecimiento elegido por el país anfitrión, “para diseñar la sociedad del futuro”. Y además, en las mejores ocasiones, para replantear la relación entre arquitectura y temporalidad . Más información Una estación que repara la ciudad
La ubicación de los pabellones cumplía de sobra con la ambición japonesa de hablar del futuro: el recinto ferial dond