Donald Trump quiere ser el novio en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Pocos líderes internacionales, por no decir ninguno, tienen su afán de protagonismo y aunque lo más importante de este lunes en Egipto fue la firma del acuerdo de paz -o de al menos su primera fase- entre Israel y Hamás el foco estuvo en casi todo momento puesto sobre el presidente de Estados Unidos. Trump, de hecho, se comportó como ese delegado de clase al que todos siguen porque tiene pinte de que si se enfada por hacerle caso o mismo todo va a ser peor. Sánchez, Macron, Meloni o Starmer tuvieron que afrontar situaciones delicadas con él, porque en realidad lo que pasó en la cumbre de Sharm el Sheij fue una 'gala' y un baño de masas para el magnate.
Apenas se hablo de alto el fuego o de paz.