Dormir con alguna fuente de luz artificial encendida, ya sea un velador tenue, la televisión o la pantalla del celular, es un hábito frecuente en muchas personas. Si bien para algunos puede representar una sensación de seguridad o una forma de evitar el miedo a la oscuridad, la ciencia advierte que esta costumbre, que pareciera inofensiva, puede tener efectos negativos significativos en nuestra salud física y mental.

Nuestro organismo está regido por un reloj biológico central, alojado en el núcleo supraquiasmático (NSQ) del cerebro, que coordina los ritmos circadianos de 24 horas. Este sistema se ajusta principalmente al ciclo natural de luz-oscuridad. El uso extendido de luz eléctrica durante la noche confunde a este reloj temporal.

La exposición a la luz artificial por la noche es un

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