‘No me voy a dejar vencer’, se repetía una y mil veces Haydée (38), cuando se aventuró a abrir una ferretería en Huancayo por sugerencia de su suegra, en 2013.
“Sí, fue idea de mi suegra, ella me dijo que me quedara e invirtiera en una ferretería, y, aunque yo no sabía nada de ese rubro, lo hice” , comenta con una ligera sonrisa como reviviendo los pasos andados en estos doce años de funcionamiento ininterrumpidos.
Sin darle más vueltas al asunto, Haydée instaló su local en un área pequeña de un terreno de propiedad de sus suegros. Empezó con mostradores de segunda mano que le regalaron y aún conserva el recuerdo de su primera venta: un kilo de clavos.
La ilusión de tener algo propio fue su motor, pero a los dos meses chocó con la realidad: solo había vendido 100 soles. Hasta ahí