Desde el año 2016, el Perú vive atrapado en un ciclo de inestabilidad que ha corroído su institucionalidad y la confianza de los ciudadanos. Siete presidentes, congresos fragmentados y pugnas institucionales se han convertido en parte del paisaje nacional. Lo que alguna vez fue una excepción —la caída de un gobierno— hoy parece la norma. En este contexto, el interés público ha sido desplazado por la lógica del cálculo. ¿Representa realmente eso la política?

La política, entendida como el arte de hacer posible la construcción del bien común, se ha reducido a la competencia por el poder sin propósito. Los partidos han dejado de representar ideas, los liderazgos se han vaciado de contenido y las instituciones se han vuelto arenas de confrontación. Mientras tanto, los grandes problemas del pa

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