No fue un rumor ni un linchamiento: fue un consenso medido con precisión. Cuatro encuestas distintas —Polister, El Financiero, Enkoll y México Elige— coinciden en una conclusión sin matices: Adán Augusto López Hernández debe quedarse fuera de la política.
El tabasqueño que un día fue símbolo de la lealtad obradorista se convirtió, según los datos, en un caso de desgaste nacional.
Los números son demoledores.
Ocho de cada diez mexicanos quieren que deje el Senado; más de la mitad mantiene una opinión negativa sobre él; menos del 40% lo identifica por nombre y rostro; y apenas 0.6 por ciento lo imagina en una futura contienda presidencial. Distintas metodologías, mismo resultado: la confianza pública en Adán se agotó.
En Tabasco, donde su apellido fue sinónimo de poder, la noticia se le