Octubre no es un mes cualquiera: es el mes morado para lo católicos y además marca el inicio operativo de la temporada de lluvias en gran parte de la sierra y la selva, y la transición definitiva desde el estiaje en varias cuencas. Es el momento de convertir el pronóstico en decisiones: dónde invertir en prevención, cómo programar riego y siembra, qué mantener en carreteras y qué asegurar en energía y servicios. Cuando el clima cambia de fase, la economía que se adelanta gana ventaja.

En agricultura, octubre es el mes bisagra entre la planificación y la ejecución. En valles andinos, las primeras precipitaciones habilitan siembras escalonadas; la clave es hacerlo con eficiencia hídrica y sanitaria. Donde el suelo llega exhausto del estiaje, conviene

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