Con la calle destrozada y sus vehículos a punto de ser devorados por un socavón, amanecieron los vecinos de la colonia Revolución Mexicana.

Un ruido inusual se escuchó en la calle Cenzontle, cuando un torrente de piedras, lodo y maleza inundó las cocheras y golpeó autos estacionados. Otra vez la pesadilla de junio tocó a la puerta, en pleno octubre.

Algunos habitantes contaron que se subieron al techo de sus casas para protegerse. Una vez que empezó a clarear la mañana, usaron lo que pudieron para tratar de salvar sus vehículos.

Los muebles quedaron con una o dos llantas en el aire, así que optaron por sostenerlos con polines de madera, tambos metálicos e incluso amarrarlos con cuerdas y cadenas para que no se los llevara la corriente.

Aunque tiene dificultades para oír, María de Jesús

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