El comedor de la Casa Blanca ya estaba listo. Los platos de porcelana de bordes dorados y el escudo oficial de la mansión del presidente ya estaban en su sitio y cada invitado sabía dónde debía sentarse porque cada lugar tenía su nombre. De un lado estaban ubicados los estadounidenses, del otro, los argentinos. El medio estaba previsto para los sitios preferenciales donde se ubicarían Donald Trump y Javier Milei.

Pero antes Trump, siempre afecto a los movimientos sorpresivos, decidió regalar a la delegación argentina una visita guiada a su lugar favorito en el mundo: el Salón Oval , desde donde dirige la primera potencia del mundo. Hasta allí fue con Milei y todos los ministros visitantes y les mostró el famoso escritorio con el cortinado de fondo, la chimenea de bordes dorados y l

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