Durante los años más crudos del procés , el españolismo desacomplejado —y el acomplejado, el equilibrista, también— se empeñaron en reivindicar una “Diada de todos”. O un “Sant Jordi de todos” también. En el fondo, este manoseo de la celebración y la fiesta evidenciaba que lo que es orgánicamente catalán, lo que ha configurado la nación desde sí misma durante siglos, no se explicaba a través de la españolidad. Y como no lo hacía, quienes procuraban articular un discurso en el que catalanidad y españolidad son complementarias en la medida en que no se es más catalán de la cuenta, se sentían excluidos. Era, en el fondo, una evidencia de que la historia, la tradición, los patrones o incluso los mitos fundacionales —que tiene cualquier nación— no hablaban de ellos . Que tenía que ser “de t
La hispanidad de todos

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