Situada detrás de esa membrana finísima y vibrante de confesionalidad que recubre la herida de los afectos complejos , recuerda en un pasaje de su última novela, "Mi refugio y mi tormenta", un pensamiento compartido en la primera que escribió: se marchó de casa alejándose con urgencia y radicalidad de su madre "no porque no la quisiera, sino para poder seguir queriéndola".

Como Tatiana Tibuleac en "El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes" o en "Apegos feroces" –salvando la disparidad temática de ambas pero coincidiendo en la revelación cruda de algunas alteraciones compartidas–, la destacada y reconocida escritora india, autora de uno de los grandes fenómenos literarios del último siglo como "El dios de las pequeñas cosas" y activista particularmente crítica con el nacionalismo h

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