Todo comenzó en silencio, con un sintetizador encendido. Nehemías “El Brujo” Azocar buscaba una forma distinta de hacer música: no electrónica de estudio, sino una que pudiera sentirse, ejecutarse, vibrar en vivo. “Empecé a tocar el sinte y te lleva a lo electrónico —recuerda en entrevista con El Patagónico —. Pero quería hacer música que se pueda tocar, con la lógica del instrumento, loopear, improvisar, que suene vivo”.

Aquella curiosidad se transformó en búsqueda entre 2020 y 2021, cuando El Brujo empezó a moldear sonidos y texturas desde su casa, construyendo los primeros “mantras” que hoy son el núcleo de la banda. “No encontraba una explicación para lo que estaba haciendo —dice—. No eran canciones con estribillos ni frases. Era instrumental, poético. Había algo ahí que no se pod

See Full Page