Habría que anexarles cuentas a los ‘rosarios’ para que cada víctima del Anillo Vial entre Girón y Floridablanca tuviera una oración en las camándulas con las que los creyentes encuentran solaz. Ahora mismo habría que sumarle una por Ruperto Lozada Pinilla, el volquetero a quien de tanto andar por esos lares se le extravió la existencia, buscando alimento, vida.
Ayer, justo al mediodía, en el sopor de la hora en que pareciera que los relojes hacen pausa, llegó en el vehículo donde arriaba el material que le permitía subsistir y darles ejemplo de tesón a los suyos. Disparó el aire de los frenos y se apeó de la cabina mientras el tráfico intenso seguía su rutina de motores, polvo y pitos. Lozada Pinilla, de 74 años, estacionó a un costado.
Era hora del almuerzo, y él, como cada día, caminó