La polarización política en Colombia se ha consolidado como un instrumento de manipulación masiva, mediante el cual determinados sectores ideológicos pretenden monopolizar la narrativa pública a través de discursos populistas, retóricos y emocionalmente calculados. Bajo el pretexto de promover un cambio estructural y una sociedad más equitativa, estos discursos terminan desviando la atención ciudadana y reduciendo el debate democrático a simples consignas vacías, con el propósito de mantener cuotas de poder y control sobre la opinión pública.

Resulta lamentable observar cómo la política —concebida constitucionalmente como un mecanismo de representación y orientación del interés general— se ha degradado hasta convertirse en un escenario de satisfacción de intereses personales y partidistas

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