
SAN SALVADOR (AP) — Tras derrotar a las pandillas de El Salvador con su política de mano dura dentro de un régimen de excepción en vigor desde hace tres años, el presidente Nayib Bukele ha dirigido su atención este mes a otro problema persistente, pero menos grave: la gran cantidad de perros y gatos callejeros.
“Miles de perros y gatos viven en nuestras calles. Queremos cambiar eso, pero sin crueldad. Tenemos los recursos financieros, pero buscamos socios expertos para convertirlo en un modelo para América Latina”, escribió Bukele en la red social X el 8 de octubre. “¿Quién quiere venir a ayudar?”.
Las calles de San Salvador no lucen muy diferentes a las de otras ciudades de la región en lo que respecta a animales que deambulan libremente. Se pueden ver perros acostados sobre el asfalto caliente en las orillas de las calles, cruzando hábilmente seis carriles de tráfico como si pasearan por un parque o hurgando entre la basura en los bordes de los mercados.
Pero a Bukele —un líder polémico aficionado a los espectáculos y con una máquina de comunicación gubernamental bien aceitada— le atraen los problemas que permiten una gran solución. Y este joven líder milenial parece tener una debilidad por los animales rescatados.
En 2016, cuando era alcalde de San Salvador, adoptó a un perro llamado Cyan, que rescató de una venta ilegal de mascotas.
Durante mucho tiempo, El Salvador ha carecido de instituciones públicas que se encarguen del cuidado animal; organizaciones no gubernamentales con pocos recursos han tratado de llenar ese vacío.
No obstante, el gobierno de Bukele ya ha tomado varias medidas para proteger a las mascotas, como la creación del hospital veterinario público Chivo Pets, el primero de la región, que ofrece servicios a un costo simbólico de 25 centavos o su equivalente en bitcoin.
Desde 2021, un gobierno controlado por su partido Nuevas Ideas convirtió el maltrato animal en un delito en El Salvador, castigado con penas de prisión de dos a cuatro años, además de multas.
Este nuevo proyecto del mandatario centroamericano ha generado reacciones intensas tanto dentro como fuera del país, debido a la grave situación de los animales callejeros que deambulan en busca de comida y agua.
Patricia Madrid, de la Fundación Gratitud —una organización dedicada a esterilizar y cuidar perros callejeros— ha trabajado durante mucho tiempo junto a otros seis voluntarios en las calles de Salcoatitán, a unos 80 kilómetros de la capital salvadoreña. Sin embargo, han tenido dificultades para continuar su labor, ya que su financiamiento proviene únicamente de una salvadoreña residente en Estados Unidos.
Madrid expresó su esperanza de que su organización pueda colaborar con el gobierno para cambiar esta situación.
Aún no está claro de dónde saldrá el dinero para financiar la solución de Bukele. Él ha presumido de las ganancias obtenidas por la compra de criptomonedas como el bitcoin, pero el país centroamericano enfrenta una creciente deuda y este año recibió un préstamo de 1.400 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional.
Anteriormente, Bukele recurrió a la ayuda de China para construir una biblioteca pública moderna en la plaza principal de San Salvador, y se avanza en la construcción de un moderno estadio de fútbol.
El apoyo a esta iniciativa también ha llegado desde el extranjero, como el caso de Niall Harbison, un influencer en redes sociales que dice estar “en una misión para salvar a los perros callejeros del mundo”.
Harbison respondió al llamado público de Bukele en una publicación en X, diciendo que “le encantaría conversar sobre cómo ayudar”. Agregó que estaba dispuesto a tomar un avión para reunirse con personas y ver qué podía hacer.
“Siempre he estado buscando un país con el que asociarme para mostrar cómo la colaboración entre el sector público y el privado puede funcionar, hacerlo tan eficaz que otros países puedan copiarlo e implementarlo”, escribió Harbison.
“Hagámoslo”, respondió el presidente, un hábil en redes sociales.