En esta sala no hay batas blancas ni estetoscopios, pero abundan los «pacientes». Quienes se preparan para atenderlos no son médicos, sino espiritistas. Aquí todos llegan buscando sanación, y para ello los médiums invocan el espíritu del médico José Gregorio Hernández, figura de culto en el sincretismo en Venezuela y quien será santo, por decreto del Vaticano, desde este domingo.
En este centro de Caracas —fundado en 1999 y ubicado en Petare, la barriada más grande de Latinoamérica—, hay hombres y mujeres que se definen como espiritistas y se llaman entre sí «hermanos», con jerarquías visibles por el color de su túnica: morada para quienes recién inician como «materia» (médiums en formación), roja para quienes cuentan con años de experiencia y marrón, el color que solo viste el jefe.
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