En el Dodger Stadium se vivió algo que excede la lógica del beisbol. Una noche que no sólo pertenece a la estadística, sino al asombro. Shohei Ohtani hizo del Juego 4 un espectáculo que quedará grabado entre los relatos más prodigiosos del diamante.
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El japonés lanzó seis entradas de perfección casi poética. Dos hits, tres bases por bolas y 10 ponches que apagaron a los Brewers y encaminaron el triunfo el 5-1 que dio a Los Ángeles el bicampeonato de la Liga Nacional. Pero lo que siguió desafió cualquier manual del juego.
Ohtani no se conformó con dominar desde la loma. Se transformó también en un samurai con el madero. Tres cuadrangulares , cada uno más resonante que el anterior, hicieron que la frontera entre lanzador y bateador se