Vivimos atrapados en dos simetrías falsas. Falsas como resultado de apropiaciones voluntarias e involuntarias de significantes metonímicamente transferidos al término kirchnerismo. Para los antiperonistas, peronismo = kirchnerismo. Para los libertarios, feminismo = kirchnerismo. Para los gobernadores, ambacentrismo = kirchnerismo. Para Bessent y Trump, quienes no voten por Milei, oposición = kirchnerismo. Para los propios kirchneristas, derechos humanos = kirchnerismo.
Simetrías que, en este caso, resultan una formulación más bella para describir la relación binaria de nuestra política que vulgarmente en periodismo llamamos polarización. Simetría es “correspondencia exacta de forma, tamaño y posición de las partes de un todo respecto a un eje”. Y simetrías fue el término que utilizó para