El domingo a la mañana, Silvina Scheiner (59) va a salir a caminar con una amiga y a la tarde, a tomar un café con un amigo. No es la forma que hubiera deseado para festejar el Día de la Madre , pero es la posible: su hija está literalmente en la otra punta del mundo y seguramente habrá una conexión, tecnología mediante. Faltará el abrazo, pero no el amor.

Fechas como esta, los cumpleaños o las Fiestas, son las que exponen la contradicción permanente que viven las madres de los “hijos golondrina” : la generación de jóvenes argentinos que emigró en los últimos años, de forma temporal o definitiva.

“Por un lado estamos contentas porque para ellos es un crecimiento. Pero no puedo dejar de estar triste y no lo puedo manifestar porque es ir en contra de su proyecto, es bombeárselo. Y c

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