Los cambios recientes en los hábitos de consumo reflejan una sociedad cada vez más consciente del impacto ambiental y de las condiciones en que se producen y comercializan los alimentos. Esta exigencia de responsabilidad social y ambiental se ha trasladado a productores, industrias y organismos reguladores.
Sin embargo, la falta de consensos sólidos entre quienes definen las normas limita la eficacia de cualquier medida técnica o política para mitigar el cambio climático. Esta realidad plantea la necesidad de sumar otros recursos capaces de despertar el interés y la participación de la sociedad en la acción climática.
Esta perspectiva me llevó a escribir para transmitir mi preocupación y, al mismo tiempo, exponer las que creo que pueden ser las herramientas necesarias par