En 1955, el régimen franquista ordenó la expropiación y desalojo de Granadilla , un pequeño pueblo medieval del norte de Cáceres, ante la construcción del embalse de Gabriel y Galán . Las autoridades aseguraron entonces que el agua cubriría el casco urbano, pero eso nunca ocurrió. El pueblo fue evacuado, sus habitantes trasladados a municipios de colonización como Alagón del Río , y las casas quedaron vacías frente a un pantano que nunca llegó.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) , Granadilla tenía entonces más de 1.200 habitantes y unas 300 viviendas. En cuestión de meses, la localidad quedó deshabitada y su término pasó a manos del Estado. “Nos echaron, pero el agua nunca llegó”, recuerdan los antiguos vecinos agrupados en la Asociación de Hijos de Granadilla , que sigue reclamando reconocimiento y acceso libre al pueblo.

Granadilla, que fue fundada en el siglo IX durante la ocupación musulmana y reconquistada por Fernando II de León en 1170 , conserva su muralla completa, su castillo y parte del trazado urbano original. En 1980 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico , lo que permitió iniciar las primeras obras de restauración del recinto amurallado y del castillo .

A mediados de los años ochenta, el Gobierno incorporó el pueblo al Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados ( PRUEPA ), junto con Umbralejo (Guadalajara) y Búbal (Huesca). Desde entonces, miles de estudiantes de secundaria participan cada año en talleres de restauración, agricultura tradicional y educación ambiental. El objetivo es doble: mantener vivo el patrimonio y transmitir la memoria de sus antiguos habitantes.

El presente de Granadilla

Aunque el turismo no es masivo, el acceso libre y gratuito ha convertido Granadilla en una visita frecuente para viajeros y curiosos . Desde lo alto del castillo, se observa el embalse y la muralla ovalada que rodea el casco urbano. En verano y durante el puente de Todos los Santos, las calles se llenan de antiguos vecinos y sus descendientes, que vuelven para celebrar misas y fiestas populares.

La memoria colectiva se mantiene también a través del cine. En 1990, Pedro Almodóvar rodó en Granadilla escenas clave de ¡Átame! , con Antonio Banderas y Victoria Abril, contribuyendo a devolver al pueblo cierta visibilidad cultural. La secuencia final, con la canción Resistiré del Dúo Dinámico, se convirtió en un símbolo inesperado del espíritu del lugar: resistir frente al abandono y el olvido.

Hoy, Granadilla pertenece a la Confederación Hidrográfica del Tajo y está gestionada por el Ministerio para la Transición Ecológica. El pueblo, que nunca se hundió bajo las aguas, sigue siendo un ejemplo singular de cómo un error de planificación terminó creando un espacio educativo, histórico y emocional .

Setenta años después de su expropiación, los antiguos vecinos insisten en la misma idea: Granadilla no fue abandonada, fue desalojada. Y cada vez que regresan, demuestran que el pueblo que no se ahogó tampoco se rinde.