Hubo un momento preciso, trascendental, en el que decidí dedicar mi vida a transformar la materia en sabores. Fue un proceso caótico, como muchas cosas en mi vida, pero impulsado por una fuerza y una certeza tan abrumadoras que me resultó imposible ignorarlas. No podía hacer otra cosa más que darles forma, convertirlas en realidad.

Mi metamorfosis —o mejor dicho, una de tantas— ocurrió mientras saboreaba un maravilloso, brillante y sedoso asado de boda en Balleza , Chihuahua.

Descubrí entonces que el asado es una alquimia perfecta: carne suave y dorada al mismo tiempo. Su sabor, mezcla de chiles, chocolate, especias y semillas, podría hacernos pensar en un mole ... pero no lo es. El asado es un estofado con notas cítricas y aromáticas únicas.

Cuando iba en el segundo plato —acom

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