Es una de las grandes deudas pendientes del transporte porteño y una pregunta recurrente entre millones de usuarios: ¿por qué la línea D del subte, la que más se acerca al límite de la Ciudad, muere en Congreso de Tucumán y no llega hasta el vital centro de transbordo de Puente Saavedra , ubicado a apenas 20 cuadras? La respuesta es contundente: la línea colapsaría por un "cuello de botella" imposible de solucionar.

El problema no radica en la falta de trenes, la frecuencia o la señalización, sino en la infraestructura de las estaciones más antiguas de la línea , aquellas construidas por la compañía CHADOPyF entre 1937 y 1940 (desde Catedral hasta Palermo). Estas paradas no están preparadas para absorber el "aluvión" de nuevos pasajeros que sumaría una extensión hasta la General Paz.

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