Las dos falanges que le faltan en el meñique delatan el pasado criminal de Mako Nishimura , una de las pocas mujeres que han pertenecido a la mafia japonesa yakuza y que hoy dedica su vida a ayudar a antiguos criminales a reinsertarse en la sociedad.

La lucrativa red criminal de la yakuza controló por años el narcotráfico, los casinos clandestinos y el comercio sexual en Japón. Pero el imperio se ha desmoronado a medida que sus miembros disminuyen y se han endurecido las leyes antimafia.

Una mayor represión policial redujo los integrantes de la yakuza en el país , por debajo de los 20.000 el año pasado, algo inédito desde que se empezaron a recopilar estadísticas en 1958.

Nishimura, de 58 años y con el cuerpo cubierto de tatuajes de dragones y tigres, se ha movido intermitenteme

See Full Page