Con la herida del asesinato de su mejor amigo, el fantasma imaginario de Bob Dylan y una guitarra -como la de su padre lutier- bajo el brazo, la cantautora mexicana Silvana Estrada, referente de la música latinoamericana, se aventuró a producir su segundo álbum, Vendrán suaves lluvias una tormenta “imperfecta y fúrica” en la que se perdió durante tres años para “reenamorarse de la vida”.
La “imperfección” de este disco, que estrenó sus 10 canciones este viernes, viene desde su nacimiento. Y es que Estrada, de 28 años, confiesa que, entre la desesperación y el enojo, lo repitió unas tres veces, porque “no le salía”.
A la recién nominada al Grammy Latino la perseguían las emociones del duelo, por un lado, las provocadas por el asesinato de su mejor amigo, Jorge Tirado, en México.
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