La cineasta Natalia Bruschtein se encontraba en el pueblo de Santa Catarina Lachatao, en la sierra de Oaxaca , haciendo un documental sobre los niños del lugar, cuando de pronto dos niños a los que estaba siguiendo sacaron unas fotos y comenzaron a mostrárselas, al tiempo que entre ellos comenzaron a hablar de la reencarnación .

Natalia se quedó callada. Sabía que recién una pequeña del pueblo había fallecido y todos estaban “tocados” sentimentalmente.

En otro momento seguía a otra niña, casi en la adolescencia, cuando ésta empezó a decir que tenía miedo a no ser una buena persona y, en su adultez, no ser feliz.

“Los niños en general son como adaptables, al principio si pueden sentir la cámara, pero después de un tiempo se sienten cómodos y dicen lo que sienten”, reflexiona Brusch

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