En su libro La fuerza de las cosas (1963), la filósofa francesa Simone de Beauvoir (1908-1986) se declaró “en el umbral de la vejez”. Tenía entonces 55 años . Eso le permitió constatar que hombres y mujeres eluden lo que les desagrada y niegan lo inevitable.
“Infringí ese tabú, ¡qué indignación provoqué! Admitir que yo estaba en el umbral de la vejez era decir que la vejez acechaba a todas las mujeres, que ya se había apoderado de muchas”, escribió unos años después en el ensayo que dedicó a este tema, titulado justamente La vejez (Gallimard, 1970).
“¡Con amabilidad o con cólera, sobre todo gente de edad, me repitió abundantemente que la vejez no existe! Hay gente menos joven que otra, eso es todo. Para la sociedad, la vejez parece una especie de secreto vergonzoso del cual