Lucas Martín 19 OCT 2025 7:00
Hay algo, no sé, quizá cavernícola o atropelladamente futbolístico en esa liturgia que con puntualidad de farero nos distrae cada octubre con lo del Premio Nobel . Una lealtad parasimpática y sin apenas fuelle, pero que se resiste a abandonar su inercia de balsa otoñal con el mismo descreído empecinamiento -también llamado cinismo- con el que los emigrantes prósperos acuden a hacer el ganso a las fiestas del pueblo o los calvos incipientes suelen trabajarse el último mechón. Algo que, como casi todo, parece venir repentinamente de arriba a abajo y que recibimos con gotas de superstición selectivamente distribuidas en medio de un océano de desinterés, lo que nos hace ignorar el asunto y al mismo tiempo atender al resultado con simulada displicencia , n