Barcelona Hace unas semanas escribí un artículo alabando a mi amigo y editor Ignacio Moreta . Lo compartió en la red antes conocida como Twitter, pero adujo que me cegaba la amistad. No puedo estar más en desacuerdo, y lo contaré con un ejemplo. El pasado año, Oriol Pérez Treviño escribió una crítica sobre mi ensayo Honrarás a padre y madre , publicado por Fragmenta, a la que respondí con un artículo en ese mismo espacio, al considerarla misógina, como mínimo . Ignacio me hizo saber que creía que mi réplica era infinitamente más cruel que el artículo original y que, por este motivo, ni la compartiría en las redes ni la colgaría en la web de la editorial, mientras que la crítica de Treviño, sí. Me pareció injusto e inadecuado, pero, sin embargo, sigo valorándolo como amigo y editor (
Las palabras que no tocan: polémica a raíz de 'Difamación'

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