Durante años se ha repetido que directo transmite confianza, interés y atracción , mientras que apartar la mirada se asocia a inseguridad, rechazo o incluso engaño. La psicóloga Tara Well matiza esa visión: "En la práctica, una buena conversación es una coreografía sutil de miradas que se encuentran y se pierden, gestos y microcambios posturales", asegura y agrega que cuando pensamos demasiado en "mantener la mirada", la interacción se vuelve rígida y cuando dejamos que fluya, suele sentirse natural.
La clave, explica Well, es que romper la mirada no es un fallo social, sino un recurso funcional. Al relatar algo complejo, recordar un dato o buscar palabras, mucha gente necesita mirar fugazmente hacia otro punto para organizar ideas. Ese gesto permite "volver a la cabeza", recuperar i