Caminando por la Quinta Avenida en Nueva York, dejando atrás Central Park, me sorprende un veliz inmenso: una petaca gris con manija negra y bordes plateados que son los goznes de una valija retro. Louis Vuitton “viste” un edificio de unos 17 pisos. Es la glorificación del kitsch, esa tendencia que surgió a mediados del siglo XIX como una réplica de los gustos burgueses hacia lo aristocrático. Más adelante, en Times Square, y a pesar de que es mediodía, las inmensas pantallas digitales muestran espectáculos, viajes, mercancías, comidas, películas. Los paseantes fotografían, hacen selfies, videos, graban. Ayer el día era gris; hoy luce un sol con frío. La gente admira la enorme cantidad de anuncios de colores vivos, de mensajes seductores. Me siento a contemplar el espectáculo de lo efímero

See Full Page