Rusia atacó una vez más la pasada madrugada infraestructuras eléctricas y gasísticas de la capital de Ucrania, de Odesa y de otras regiones, en un ataque masivo en el que empleó hasta 11 misiles balísticos y cuatro misiles hipersónicos Kinzhal, lo que refleja la estrategia del Kremlin de dejar a los ucranianos sin energía este invierno y evidencia las carencias de Kiev en materia de defensas aéreas.
Ninguno de los cuatro misiles Kinzhal pudo ser interceptado por las defensas ucranianas, que sólo derribaron, además, seis de los misiles de crucero.
De los más de 400 drones empleados por las fuerzas rusas, 55 no fueron interceptados e impactaron en distintos lugares de Ucrania, que ha visto caer de forma dramática en los últimos meses un porcentaje de interceptaciones que llegó en su día a

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